miércoles, 12 de marzo de 2008

COMPADRE RICO Y COMPADRE POBRE.

Compadre rico y compadre pobre:



Erase una vez en el llano un compadre rico, que vivia en un hato con todas las comodidades, con su mujer y sus dos hijos caprichosos, ya que todo lo tenian, gracias a la venta de grandes rebaños de ganado.
Compadre pobre vivia en un ranchito de soropo como a una hora de camino del hato, a aorillas de un caño que por alli pasaba, compadre pobre tenia 6 hijos renegridos por el sol y su mujer una llanera trabajadora de las dos casas, la de ellos y se encargaba de los servicios del hato.
Un dia aarecieron un hombre viejo ensombrerao con un burro de cabestro que llevaba en sus lomos auna anciana de bello rostro, pese a su edad.
Ya eran las horas de la tarde cuando llegaron con un negrito de corta edad en la cabeza de la silla del burro, barrigon y alegre...
Cuando llegaron al hato casi los perros los tumbaban del burro y nadie se los esspantaba, cuando desmontaron ni los mandaron seguir a la caballeriza, ni les dieron agua, ni posada, ni les regaron delas naranjas que estaban en cosecha, descanasron un rato y preguntaron donde podian conseguir una posada, pues el viaje era largo y deseaban comer y descansar, con una actitud de ironia los mandaron al fundo de compadre pobre.
Ya eran las 5 de la tarde cuando llegaron al rancho de bareque del compadre pobre, quien los mando seguir y les brindo naranjas, cena y posada. Desdcanzaron dos noches, por lo que el negrito foraneo hizo rapida amistad con los hijos de compadre pobre, que corrian y jugaban en el patio de la casa, por la mañana el negrito se antojo de ir a acompañar a los hijos de compadre pobre para pastorear los marranos a la sabana.
Los dos ancianos pidieron al compadre pobre dejar un tiempo al niño, justificandose el largo viaje que les esperaba. Despues de conseguir la aprobacion de compadre pobre ellos partieron de camino.
Al cabo de varios dias el negrito era el que mejor pastoreaba los marranos y los llevo a un lugar lejano, donde josaban mejor; estaba en esto cuando uno de ellos voltio una gran botija ( tinaja) llena de monedas de oro y muchas joyas.
Corrieron hasta la casa avisarle al papä. El compadre pobre casi lloraba de la alegria y fue a cambiar el oro por dinero, cambiandoles asi la situacion de vida que llevaban.
Con el paso del tiempo volvieron a aparecer los dos viejitos, que decidieron decirle toda la verdad de sus identidades. Eran San Jose y la Virgen Maria, que tomando esta forma y con un niño huerfano quisieron venir a observar los corazones de la gente del llano.




POR HUGO TADEO PEROZA GARRIDO.